domingo, 7 de abril de 2013

"A DIOS, POR LA CIENCIA" (de Íñigo Alfaro)

INTRODUCCIÓN


El ser humano se define como un “animal racional”, es decir: un animal dotado de razón. Científicamente es así pero realmente … no es tan exacto.

Por ejemplo: cualquier persona sabe que fumar el perjudicial para la salud, sin embargo mucha gente, de todas las edades, hace esfuerzos sobrehumanos para tragarse el humo (acto fisiológico antinatural) y acostumbrarse a fumar. Incluso desprecian la información escrita en los paquetes de tabaco que advierte de los graves peligros para la salud.

Ningún animal (irracional) actuaría así. Y el hombre, dotado de razón, actúa como si no la tuviera.

Lo mismo ocurre con la existencia de Dios. Cualquier analfabeto sabe que hasta una simple y rudimentaria cuchara de madera no se ha hecho sola, sino que ha necesitado de la inteligencia y el trabajo de “una persona” para hacerla. Tampoco se le ocurre pensar que la ha podido hacer otro animal (un mono o una cabra, por ejemplo).

Sin embargo, vemos la naturaleza toda: la Tierra, el Universo, el cielo y el mar, la variedad de peces, de aves, animales, de plantas … y hasta el mismo hombre con todas sus maravillas (ojos, oídos, corazón, pulmones, … ¡y su inteligencia! Todo coordinado armónicamente, que indica una finalidad, un “diseño inteligente”, … y uno se vuelve ciego, como con el tabaco, para terminar concluyendo que ¡TODO ESO se ha hecho sólo! De cualquier forma, no importa cómo. Pero con la intervención de Dios, imposible. ¡de eso, ni hablar!

No creemos que una tosca cuchara de madera, o un vulgar ladrillo de barro se puedan hacer solos, ni por la evolución de la materia en miles de millones de años … y nos creemos sin dudar lo más mínimo, que el ser humano, los animales y plantas, el Universo entero, han surgido de la nada y por casualidad, gracias a la “evolución”.

¿Hay acto más irracional e incoherente?
Si ni un solo ladrillo de barro se ha hecho sólo, ¿puede hacerse sólo todo cuanto existe?

Por la misma “sinrazón” el ser humano es capaz de creer sin dudar en Darío rey de los persas, en Artajerjes, en Alejandro Magno, … personajes de los que se tiene constancia por documentos escritos más de mil años después de su muerte, y no se quiere creer en Jesucristo personaje histórico muchísimo más documentado y del que se conservan escritos tan solo 30 años posteriores a su muerte, y elementos arqueológicos datados con toda exactitud y detalle en la época en que vivió y murió.

La razón no es científica, sino de otra índole: creer en Alejandro Magno, no compromete a nada, … mientras que creer en Jesucristo, sí. Creer en Dios implica creer en sus Mandamientos y adecuar la vida a ellos, … y a eso no se está tan dispuesto.

Por eso hay científicos que creen en Dios, y científicos que no creen en Dios. Analfabetos que creen en Dios y analfabetos que no creen.

En las páginas siguientes se dan unas pinceladas del Universo para asombrarse con la perfección y “la grandeza de lo grande”.

Otras pinceladas del mundo microscópico para ver la misma maravilla y perfección en lo pequeño.

Y, finalmente, se muestra la incoherencia de los argumentos de los que se dicen ateos (que no lo son porque creen que “el constructor del mundo” ha sido la materia, el azar, la casualidad… y, para creer eso, hace falta tener mucha fe) y lo razonable de creer.

 
LA “EVOLUCIÓN” de la MATERIA

Si alguien explicase que los edificios, las casas, se habían formado por evolución de la materia, que a lo largo de miles de millones de años, los átomos habían ido evolucionando y dando lugar a ladrillos, columnas, escaleras, ventanas y puertas, tejados y chimeneas, tuberías de agua y desagües, instalaciones eléctricas, … etc. ¿qué se pensaría de él?

¡Que no sabía lo que decía!
Porque todos sabemos que una simple cabaña de adobe o piedra, no se hace sola, requiere una inteligencia ordenadora y creadora. Hace falta diseñarla … y colocar los materiales adecuadamente. ¡Y eso no se hace solo por muchos años que pasen!

Y si eso es así para una cabaña, o para un simple muro de piedras, ¿qué será para una vivienda compleja, con agua corriente, calefacción central, luz eléctrica, … o una catedral? Todo el mundo sabe que se necesita un arquitecto que diseñe la forma, que haga los cálculos de resistencia para cimientos, columnas y paredes, que calcule la instalación de agua y electricidad, y que después, con el trabajo de muchos operarios y proveedores de material, se realice.

Pues eso que parece un disparate es más posible que el que un ser vivo, animal de cualquier especie, o vegetal, haya llegado a existir por el mismo procedimiento: la evolución de la materia.

Al fin y al cabo, un ladrillo, una teja, una tubería, … es una realidad infinitamente más simple que una célula viva. Y un ser vivo vegetal o animal, con infinidad de funciones coordinadas para un mismo fin, es una realidad que desborda sabiduría, perfección, y belleza. Si para organizar la materia hace falta una inteligencia ordenadora, para organizar la vida en una dirección determinada, hace falta más inteligencia todavía.

Basta pensar en una hormiga, una mariposa, un murciélago. Son realidades maravillosas y perfectas. Lo mismo una jirafa, un mono, una persona. Por no citar al pingüino, al delfín, al salmón, … y si se considera un árbol en el que las hojas son verdaderas fábricas que con la energía del sol realizan la función clorofílica, transformando los minerales que absorben por las raíces en sustancia orgánica que las nutre; que purifican el aire desprendiendo oxígeno a cambio de anhídrido carbónico, que desafían las leyes de la gravedad subiendo la sabia desde las profundidades del suelo hasta las ramas y hojas más altas, …

Cualquiera de estas realidades es perfecta en sí misma. ¿Cómo podría salir vida por simple evolución de materia irracional y muerta? La materia está formada por protones, neutrones y electrones. ¿Cómo una realidad tan simple e inerte puede producir vida, inteligencia, sentimientos y perfección?.

Ver lo que pasa con las células embrionarias cuando se intentan insertar en otras personas para curar sus dolencias: al desarrollarse fuera de su código genético, se desarrollan anárquicamente, dando lugar a cánceres agresivos porque se multiplican sin control.

Un pingüino aguanta 3 minutos sin respirar bajo el agua y puede alcanzar los 200 m de profundidad cuando se sumerge. Incuba sus huevos apoyándolos sobre los pies para aislarlos del suelo, los cubre con un pliegue de piel que para ello tiene en el abdomen y los mueve con el pico para que se calienten por igual por todas partes.

Un huevo está formado por la clara y la yema. Todas las moléculas de la clara son iguales, y todas las moléculas de la yema, también son iguales entre sí. Pero se calientan uniformemente a 39´5ºC durante 21 días y se transforma en un pollo que rompe el cascarón y sale del huevo por sus propios medios... y comienza a comer picoteando todo lo que encuentra. La yema da lugar al nuevo ser, mientras la clara lo alimenta en su desarrollo.

Unas moléculas dan lugar a los huesos, otras a los músculos, otras a las plumas, otras al sistema circulatorio, a un corazón que comienza a funcionar solo… ¿cómo sabe cada molécula lo que tiene que hacer si las moléculas son materia (protones, neutrones, electrones) y la materia es ciega? Todas las moléculas de la yema son iguales… ¡y hacen cosas distintas! Es un prodigio sensacional… al que no damos importancia porque ya estamos acostumbrados. Una sola célula que se ve solo al microscopio es mucho más complicada que una galaxia con 100.000 millones de estrellas y muchísimo más difícil de entender que una galaxia. Y en el caso de un ser como el hombre, de tamaño razonablemente grande, hay que pasar de una célula a 100 billones de células que es lo que tiene el cuerpo adulto. Y se tiene que hacer por sus propias fuerzas, sin ayuda externa, sin maestro de obras. Puede verse la complejidad de lo que llamamos alegremente un ser viviente. Llevamos más de 200 años haciendo toda clase de experimentos de laboratorio para ver si se consigue algo viviente, aunque solo sea una única célula… y no hay manera. Estamos tan lejos como al principio.

El secreto está en el ADN encerrado en el núcleo de la célula. Contiene la información necesaria (equivalente a una enciclopedia de millones de páginas) codificada a nivel atómico y enrollada en espiral para que pueda caber en tan microscópico espacio, pues alineada toda la información, ocupa más de un metro de largo. ¿De donde ha salido toda esa información tan compleja?

Las hormigas almacenan en sus hormigueros, oscuros y húmedos, las semillas con que se alimentan. Y a pesar de la humedad, ninguna germina… ¡porque les inutilizan la célula germinal! ¿Quién les enseñó lo que deben hacer? ¿la evolución, la experiencia? Y ¿qué experiencia tiene una hormiga que vive el momento presente sin conexión con el ayer ni con el mañana?

Cualquier cachorro de animal, nada más nacer sabe donde y cómo tiene que mamar. Nace ya sabiendo lo que necesita para vivir. No lo aprende, está impreso en su código genético. ¡Alguien se lo habrá puesto!

El agua aumenta su densidad al descender su temperatura y se va al fondo. Pero esto es así sólo hasta los 4ºC. A partir de aquí la densidad disminuye y el hielo flota en el agua. Este prodigio es el que permite que el agua exista en los tres estados necesarios para la vida. Si no fuera así, al helarse, el agua se iría al fondo y todo el agua líquida acabaría convertida en hielo … incompatible con la vida. Al transformarse en hielo, toda la vida de mares, lagos y ríos desaparecería. Y la vida terrestre, también. Otro prodigio de la naturaleza. Los cielos y la tierra proclaman las maravillas y la sabiduría de Dios…

Los animales tienen instintos maravillosos.

Las palomas mensajeras se orientan en sus vuelos gracias a una especie de brújula biomagnética que tienen. Los tiburones se orientan durante las migraciones sirviéndose del campo magnético terrestre. Las abejas utilizan para orientarse la polarización de la luz y ven el ultravioleta.

La serpiente cascabel posee un magnífico detector de rayos  infrarrojos de gran sensibilidad para detectar a sus presas en la oscuridad. Los delfines localizan los obstáculos sumergidos en el agua por medio de ultrasonidos, como los barcos modernos. Los murciélagos, carecen de ojos, pero son capaces de volar sin tropezar en una habitación cruzada de cables en todas direcciones orientándose por un sistema semejante al radar, que emite ultrasonidos.

Toda la Naturaleza está llena de maravillas

No sabe uno qué admirar más, si las maravillas grandes o las pequeñas. Si el tamaño y las velocidades de las estrellas en el cielo, o la maravillosa constitución del átomo compuesto de protones, neutrones y electrones. Si la precisión del movimiento de los astros, o el prodigioso instinto de las abejas para hacer las celdas hexagonales de su panal con la perfección con que podría calcularlas un ingeniero. Las abejas realizan en sus colmenas un difícil problema de estereometría con más precisión que el célebre matemático Köning, que al hacer el cálculo se equivocó por una errata en la tabla de logaritmos.

El cerebro tiene 14.000 millones de neuronas. En el organismo humano hay alrededor de 60 billones de células, y todas evolucionan según un plan predeterminado. ¿Podría ser así por pura casualidad? ¿Puede pensar alguien en su sano juicio, que el cerebro, el corazón, los pulmones, el hígado, el oído, el tacto pueda funcionar coordinadamente por casualidad o por simple evolución de la ciega materia? La evolución ciega produciría un monstruo, no una obra perfecta. La perfección, la armonía y la belleza proceden de la inteligencia, no del caos ni de la casualidad.

Si a un ignorante se le proporciona un piano, u otro instrumento musical, y se le pide que toque algo, emitirá sonidos inconexos, pero será imposible que ejecute una melodía entendible. Lo mismo ocurriría si se pone un pincel en las manos de un mono, dará brochazos pero no pintará un cuadro. De la misma forma, la materia ciega no puede producir armonía, belleza, perfección…

LOS MISTERIOS DEL SOL

El sol es una inmensa explosión de gases, de cerca de un millón y medio de kilómetros de diámetro, que arde a la temperatura de 6.500 grados en su superficie. En su interior, la temperatura es por lo menos de 15 millones de grados Celsius. Esta hoguera ingente se consume en colosales llamaradas que, cual gigantescas erupciones de vapores inflamados se proyectan a velocidades de 400 km/seg, hasta alturas fantásticas que llegan a alcanzar los 600.000 km y más, esto es más del doble de la distancia que separa la Tierra de la Luna.

Dista de nosotros 150 millones de kilómetros. Su volumen es de 1.300.000 veces el de la Tierra, pero presenta una densidad mucho menor. Si se comprimiera hasta llegar a la densidad de nuestro planeta, su volumen sería solamente de unas 332.000 Tierras. Y se desplaza hacia el centro de nuestra Galaxia a velocidad de vértigo.

En su superficie, tres cuartas partes del gas son Hidrógeno (1p-1e) y una cuarta parte es Helio (2p-2e). Estas simples materias primas son las que estrellas como el Sol utilizan para producir la energía de luz y calor por “fusión nuclear”.

Este gas se encuentra a una temperatura muy elevada en su interior, de unos 15 millones de grados por lo menos. A esa temperatura, los átomos de Hidrógeno se desintegran y los Protones adquieren velocidades elevadísimas chocando unos con otros. Cuando 4 Protones se unen en esos choques (fusión), forman una molécula de Helio, convirtiéndose 2 Protones en Neutrones (?). Esta transformación se realiza perdiendo una pequeña parte de masa que se transforma en energía que el Sol desprende en forma de luz y calor.

Se calcula que el Sol consume unos 700 millones de toneladas de Hidrógeno por segundo en este proceso!

Por la cantidad de Helio que existe en el Sol, se puede saber la antigüedad que tiene, es decir, su edad, que aproximadamente es 10.000 millones de años. Por la cantidad de Hidrógeno que le queda se puede conocer cuando será su final. Dadas sus colosales dimensiones, aún tardará millones de años en transformar todo su Hidrógeno en Helio.

Por lo tanto, como la vida en la Tierra depende del Sol, si el Sol tiene principio y tendrá fin, la vida en la Tierra también.

Nuestra Galaxia, la Vía Láctea (por su color lechoso en el cielo nocturno) está formado por miles de Sistemas Solares como el nuestro. Una Galaxia es un masivo sistema de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo, materia oscura, y quizá energía oscura, unidos gravitacionalmente. La cantidad de Estrellas que forman una Galaxia es variable, desde las enanas con 10 millones (107), hasta las gigantes, con 1 billón (1012).

Se estima que existen más de 10.000 millones (1010) de Galaxias en el Universo observable.  Cada una, con 100.000 millones de Estrellas (1011). Y cada estrella, con un sistema planetario propio. El espacio intergaláctico está compuesto por un tenue gas, cuya densidad media no supera un átomo por metro cúbico (1 at/m3).

Se especula que la “materia oscura” (materia invisible) constituye el 90% de la masa en la mayoría de las Galaxias.

¿Es posible que toda esta grandeza y maravilla sea fruto del azar y de la ciega evolución de la materia, sin una inteligencia que lo cree y lo organice?
¿cómo puede surgir toda esta inmensidad de la nada?

¡Hace falta más FE para creer en esto que para creer en Dios!


DIOS o la NADA

INTELIGENCIA o AZAR


1 Las cosas no se hacen solas

Una mesa, una casa, … un simple ladrillo de adobe, requieren unas manos que los hagan y una inteligencia que los diseñe. Luego si existe el mundo y cuanto lo llena … alguien lo habrá hecho.

    El universo consta de 10.000 millones de galaxias, cada una con 100.000 millones de estrellas (¿se habrán hecho solas? ¿habrán salido de la nada?)

     El tamaño del Universo desborda nuestras proporciones:

La Luna está a …… 384.000 km de la Tierra.
El Sol está a     150.000.000 km
Plutón está a 6.000.000.000 km
Arturo está a  …………..  36 años luz

1 año luz”: distancia recorrida en un año viajando a la velocidad de la luz (300.000 km/s)
(segundos que tiene un año):  365x24x60x60 = 31.536.000 s
(distancia recorrida en un año):  d = t . v = 31.536.000 s x 300.000 km/s = 9´46 . 1012 km = 10 billones de km

Andrómeda está a  …..  2 millones de años luz
Coma de Virgo, a …. 200 millones de años luz
Cúmulo de Hidra, a 2.000 millones de años luz

Este es el límite de los telescopios ópticos. Los radio telescopios pueden recibir señales desde 8.000 millones de años luz.

2 En el cielo hay millones de estrellas mayores que la Tierra

La Tierra es una esfera de 12.600 km de diámetro y 40.000 km de perímetro.
El Sol es ……………………………………………………….. 1.300.000 veces mayor que la Tierra.
La estrella Antares, de la constelación de Escorpión, es 115.000.000 de veces mayor que el Sol.
Alfa de Hércules (está a 1.200 años luz) es ………….. 8.000 billones de veces mayor que el Sol.

Nuestra galaxia (la Vía Láctea) contiene más de 100.000 millones de estrellas más grandes que el Sol, y fuera de nuestro Sistema los astrónomos han descubierto 10.000 millones de galaxias, cada una con más de 100.000 millones de estrellas …

(¿habrá podido salir tanta INMENSIDAD de la “nada”?)

3 Estas esferas gigantes van a velocidades enormes

La Tierra recorre su órbita a 100.000 km/h =   ………  30 km/s
El Sol se mueve hacia la constelación de Hércules a 300 km/s
La constelación de Virgo se aleja de nosotros a ….1.000 km/s
Hay estrellas que viajan a …………………………………140.000 km/s

4 El movimiento de las estrellas y planetas es tan exacto que se puede hacer un calendario con muchísima anticipación.

Estos almanaques ponen la hora exacta de la salida y la puesta de sol de todos los días del año, los eclipses que habrá, qué día serán, a qué hora … y desde donde serán visibles. Las horas de las mareas (hora de subida, hora de bajada y altura que alcanzará el agua).

Si no hubiera un orden matemáticamente calculable en el movimiento de los astros sería imposible conocer todo esto. Y este orden maravilloso requiere una gran inteligencia que lo dirija.

Newton y Kepler formularon matemáticamente las leyes que rigen el Universo …

pero ellos no hicieron las leyes …

5 En el siglo XIX se inventó la máquina fotográfica.
(supone una gran inteligencia y los hombres tardaron muchos años)

Sin embargo, desde que existe el ser humano (desde siempre), estaba inventado el ojo, maravillosa máquina de fotos que saca 10 fotos por segundo, no necesita carrete … y se enfoca sola gracias a la maravillosa construcción del cristalino.

Inventar el ojo requiere más inteligencia  que la máquina fotográfica.                                    ¿Será fruto del azar y de la nada?

El huevo (calentando a 40ºC durante 21 días … se transforma en un pollo. Todas las moléculas de la yema son iguales. Sin embargo se transforman en huesos, plumas, músculos, ojos, … ¿hay algo más maravilloso? ¿será fruto de la casualidad o del azar?)
El oído (piano de 12.000 teclas y sólo ocupa 3´5 cm …) ¿se habrá diseñado solo?

6 El Universo no es eterno
Si tiene principio, ¿cómo comenzó de la nada? Alguien lo tendría que crear.

El Universo tiene 10.000 millones de años, tiene un principio.
(se ve estudiando la tendencia al rojo del espectro luminoso de las estrellas).

Si fuera eterno no quedaría ya Hidrógeno  (H2), ya que éste se transforma en Helio de forma irreversible.
Asimismo tiene un final calculado: lo que tarde en gastar su materia prima.

Las reacciones de combustión, transforman los componentes de los astros en energía calorífica  que no es aprovechable ni recuperable. Así pues, cuando esa cantidad de combustible se agote todo desaparecerá.

7 No puede haber leyes si alguien no las hace.
   Es absurdo pensar que la Naturaleza se ha hecho sin la intervención de una inteligencia.

Einstein escribió: “la ley del Cosmos revela una inteligencia de tal superioridad que, a su lado, todo pensamiento humano es insignificante”.

“La idea de que el Mundo, el Universo material, se ha creado a sí mismo, es absurda. Para un físico, un solo átomo es tan complicado y supone tal inteligencia que un Universo materialista carece de sentido”. (Alfredo Kastler, premio Nobel de Física. Agosto 1.968)

8 Toda organización supone un organizador.

Las letras que forman un libro necesitan muchas horas de trabajo para que digan lo que dicen.
Si todas esas letras se meten en un cubo y se tiran al suelo, jamás saldrán ordenadas formando el libro.

“Teóricamente” hay una posibilidad entre miles de millones de que eso ocurra, pero realmente no hay ninguna. Al tirar todas esas letras … ni siquiera caerían derechas y en línea recta. Para que las letras se ordenen formando palabras y las palabras se ordenen formando frases  hace falta una “inteligencia ordenadora”.

Y si para hacer un libro hace falta una inteligencia ordenadora:

¿Se habrán formado sin inteligencia ordenadora los insectos, las plantas (con su complicadísima función clorofílica), los pájaros (con las complejas funciones necesarias para la vida)… y la inmensidad del Cosmos de precisión matemática?

EL AZAR NO EXPLICA NADA, es sólo la medida de nuestra ignorancia.
El “azar” no es ninguna razón científica ni constatable.

Si se tiran todas las letras de un libro al aire, TEÓRICAMENTE hay una probabilidad de que al caer queden ordenadas formando el libro… pero REALMENTE no hay NINGUNA probabilidad de que eso ocurra. El azar, la casualidad o la probabilidad no explican ni justifican NADA. De que teóricamente pueda ocurrir un suceso a que realmente ocurra hay un abismo infinito.


El MARAVILLOSO MUNDO de los ÁTOMOS

ESTRUCTURA ATÓMICA DE LA MATERIA

 



ÁTOMOS Y MOLÉCULAS


Todos los materiales están constituidos por diferentes combinaciones de átomos que forman las moléculas. Las moléculas pueden definirse como “las unidades más pequeñas de una sustancia que participan de todas las propiedades de ella”.

Las  sustancias que se componen de una sola clase de átomos y que dan origen a todas las demás se llaman cuerpos simples o elementos. Existen 105 clases diferentes de elementos (el Oxígeno, el Carbono, el Hidrógeno, el Hierro, el Oro y el Nitrógeno, son “elementos”)

Las sustancias que se componen de varias clases de átomos, se llaman compuestos (el Agua, la Sal Común, el Cristal de Roca o el Zafiro, son “compuestos”).

A excepción de los llamados gases nobles (que son 7 y no se unen con nadie) todos los demás elementos presentan la tendencia innata a la unión con otros. Algunos se unen con unos determinados, uno o varios. Otros, como el Oxígeno, se unen con casi todos.

Estas combinaciones no son meras mezclas en las que cada uno de los elementos permanece inalterado, como las partículas de un montón de arena (o como si se juntasen garbanzos con arroz), sino que forman una unidad tan íntima los componentes, que resulta de ambos un nuevo cuerpo o sustancia (“compuesto”), con cualidades y naturaleza diferente.

Así, por ejemplo, el OXIGENO se combina con el HIDROGENO en la relación de 2 átomos de éste y 1 de aquél y se origina el AGUA (H2 O = H-O-H). Los elementos componentes son gaseosos, y el resultante es una nueva sustancia líquida totalmente distinta.

Otra combinación igualmente conocida la ofrece el CLORO  y el SODIO. El primero es un gas y el sodio un sólido blando. Ambos se unen para formar la SAL COMUN (cloruro sódico) que es un sólido.

De la misma forma, el OXIGENO unido con el SILICIO da origen al CRISTAL DE ROCA.
El OXIGENO con el ALUMINIO da lugar al ZAFIRO, etc.

El Aire, sin embargo, no es un “compuesto”, sino una “mezcla” de varios gases. Contiene 3 elementos: Nitrógeno, Oxígeno y Argón, y 2 compuestos: el dióxido de Carbono CO2 y el vapor de Agua H2 O.

Los elementos son pues la gran cantera del universo. Con ellos se ha formado la Creación, tanto mineral como vegetal o animal. Todo el asombroso conjunto de seres vivos, de animales y plantas, está formado por la sola combinación de unos cuantos elementos, y en su casi totalidad, por 4 o 6 principales: Oxígeno, Carbono, Hidrógeno y Nitrógeno. ¡Asombroso ahorro de medios!

El cuerpo humano, con toda su compleja estructura de tejidos, huesos, dientes… está formado por sólo 15 elementos, y sólo 6 de ellos se encuentran en cantidades apreciables (Oxígeno 65%, Carbono 18 %, Hidrógeno 10 %, Nitrógeno 3 %, Calcio 2 %, Fósforo 1%, y cantidades insignificantes de Cloro, Azufre, Sodio, Potasio, Flúor…).

Las moléculas son pequeñísimas, ultramicroscópicas y en número incalculable. En 1 cm3 de aire a 0ºC de temperatura y a la presión ordinaria, se pueden contar 27 trillones de ellas. Si se agrandaran al tamaño de granitos de arena, serían suficientes para cubrir la superficie de una provincia con una capa de 1 cm. El peso se corresponde con su infinita pequeñez: una molécula de AGUA pesa 3/1023 gr. Las mayores son las de ALBÚMINA, que no miden más de 4 millonésimas de milímetro.

A pesar de ser tan diminuto, el átomo es complejísimo y puede descomponerse en varias partes, algunos de ellos hasta 200 y más. Los átomos son tan minúsculos que en un “punto” (.) caben más de 100.000 millones.



ESTRUCTURA ATÓMICA


La estructura de un átomo se puede comparar al sistema planetario, aunque no sea exacto, donde el núcleo equivale al Sol y los electrones a los Planetas. Cada átomo consta de un núcleo cargado positivamente, rodeado por órbitas de electrones. Y así como no todas las estrellas tienen el mismo volumen, así ocurre con los átomos: el de Hidrógeno (1p-1e) es el más pequeño en volumen o masa; el  Helio es cuatro veces mayor; el Carbono, 14; el Uranio, 238; …

En el sistema solar todos los planetas giran casi en el mismo plano, aunque a distancias diversas, siguiendo órbitas elípticas. En el átomo, los electrones (planetas) giran en torno al núcleo siguiendo también órbitas elípticas (cada átomo tiene de 1 a 7 niveles según los distintos elementos), pero no en un plano sino en todas direcciones. Se podría decir que el sistema solar es un plano y el sistema atómico es una esfera.

El núcleo se compone de partículas más pequeñas llamadas protones y neutrones.
Los PROTONES son los elementos primordiales. Infinitamente pequeños pero del material más duro, pesado y resistente del universo.

Se calcula que una cucharadita de ellos, si pudieran estar plenamente unidos entre sí, tendría un peso tan extraordinario que equivaldría a 24.000 millones de kilos.

Todos los protones de los diversos elementos son iguales entre sí e idénticos al único del Hidrógeno: del mismo peso y volumen y de la misma naturaleza. Los protones tienen carga eléctrica positiva (+). Como es sabido, cargas del mismo signo se repelen, pero los protones permanecen agrupados en el núcleo… gracias a las potentes fuerzas de atracción de los neutrones (fuerzas nucleares)!.

Los NEUTRONES  son partículas iguales a los protones, de las mismas características y tamaño, pero no tienen carga eléctrica. En general hay tantos neutrones como protones en el núcleo, excepto en el Hidrógeno que carece de neutrones porque sólo posee un protón, y en él no hay fuerzas de repulsión. Esta paridad de protones-neutrones se da en los elementos ligeros. Desde el Litio se observa que va superando el número de los neutrones a medida que el núcleo es más pesado.

El núcleo del Helio tiene 2 protones y 2 neutrones (su peso atómico es 4, la suma de los dos).
El del Litio, 3 protones y 4 neutrones (su peso atómico es 7).
El Berilio tiene 4 protones y 5 neutrones (su peso atómico es 9).
El Magnesio, 12 protones y 12 neutrones (pa24).
El Hierro, 26 protones y 30 neutrones (pa56)
El Estaño lleva 50 protones y 60 neutrones (pa110).
El Uranio, 92 protones y 146 neutrones (pa238).

Esto es así porque al aumentar las dimensiones del núcleo, las fuerzas de intercambio que mantienen su estabilidad se hacen más débiles y las de repulsión aumentan, por lo que es necesario un mayor número de neutrones para equilibrarlas.

En torno al núcleo giran los ELECTRONES, diminutas partículas eléctricas con carga negativa (-), siguiendo órbitas elípticas. El nº de electrones es variable, cada átomo tiene uno. El Hidrógeno tiene solamente 1 electrón, el Litio tiene 3, el Sodio 11, el Cloro 17, el Yodo 53, el Uranio 92 y el Curio 96, y se distribuyen en órbitas cuyo nº puede variar de 1 a 7 según los distintos elementos.

El Hidrógeno tiene una sola órbita ocupada por 1 electrón.
El Criptón tiene cuatro órbitas ocupadas respectivamente por 2, 8, 18 y 8 electrones.
Otros, con 7 órbitas como el Actinio, el Radio y el Uranio ocupadas con 87 a 96 electrones.

A diferencia del sistema solar donde los planetas giran alrededor del Sol casi en el mismo plano, en los átomos, los electrones giran en torno al núcleo en todas las direcciones del espacio. El movimiento, como en los planetas, es doble: uno de rotación sobre su eje y otro de traslación a velocidades fantásticas.

El electrón del hidrógeno recorre su órbita a 2.000 km/s (la Tierra va a 30 km/s).
Si estuviera suelto y girara en torno a la Tierra, podría dar una vuelta en 20s (40.000 km en el ecuador).
A su minúsculo núcleo lo rodea 6x1015 veces por segundo (esto es: 6 seguido de 15 ceros, 6.000 billones de veces por segundo).

El empuje hacia fuera de la fuerza centrífuga en cada electrón, se equilibra exactamente con la atracción hacia adentro ejercida por el núcleo. Por lo tanto, los electrones viajan en órbitas estables en forma similar al movimiento de los planetas alrededor del Sol.

En 1.897 Thomson descubrió el electrón y demostró que tiene una carga negativa.

Las dimensiones del átomo resultan enormemente pequeñas: son del orden de la milbillonésima parte de milímetro cúbico, y su peso más insignificante aún: una trillonésima parte de gramo.

Las partículas que integran el núcleo de los átomos no sólo son pequeñísimas en volumen, sino de una dureza a toda prueba: mil veces más duras que el mejor de los aceros. Se ha calculado que, si fuera posible alinearlas a todas, conservando las mismas fuerzas que las mantienen unidas entre sí, de modo que se formara con ellas un hilo del grosor de un cabello, podría éste mantener suspendidas en el aire más de cien  pesadas locomotoras sin romperse. Están trabadas entre sí tan perfectamente que separar unas de otras supone una fuerza ENORME. A ningún ingeniero ni científico se le ocurriría diseñar una maravilla así.

LA VACIEDAD DE LA MATERIA


Es otra  nota  sensacional y sorprendente. El mundo de los átomos es un mundo vacío, como lo es el de los planetas.

La Luna está a 380.000 km de la Tierra. Venus, el planeta más próximo, está a 50 millones de km. El Sol, a 150 millones. Y el último de los planetas de nuestro sistema, a 6.000 millones de km de la Tierra. El sol inmediato es la estrella llamada Alfa del Centauro y para trasladarnos a ella habría que caminar 40 billones de km … o 4 años viajando a la velocidad de la luz (4 años luz).

La Tierra, uno de los astros más insignificantes del cosmos, avanza por los espacios describiendo una colosal elipse en torno al Sol y arrastrando en pos de sí a la Luna, su satélite, a la increíble velocidad de 2´5 millones de km/día, más de 100.000 km/h, 30 km/s.

Pues bien, en comparación, el mundo de los átomos es más vacío aún. Cada una de sus partículas, especialmente los electrones, dista de la otra un espacio inmenso, relativamente mayor aún que el de los planetas y el Sol. El protón o protones y los neutrones están separados mutuamente, aunque sean partes integrantes del núcleo, y entre ellas gira una partícula llamada mesón. Pero, sobre todo, los electrones al igual que los planetas, circulan a distancias enormes de su núcleo. El núcleo es unas 10.000 veces menor que el átomo (si el átomo tuviera 10 m de diámetro, el núcleo ocuparía 1 mm).

Si se mezcla 1 litro de agua con 1 litro de alcohol, la cantidad resultante debiera ser 2 litros, pero en realidad, es bastante menos. Ello es así porque ambos líquidos se han compenetrado rellenando vacíos interiores. Por causa de ellos pueden vivir los peces en el agua. El oxígeno que necesitan para respirar lo encuentran en los espacios intermoleculares del agua, tanto en la superficie como en las profundidades del mar.

Si se compara el núcleo con una naranja, los electrones aparecerían como perdigones a la distancia de 1 km. El núcleo de otro átomo (naranja), se encontraría a la distancia de 30 a 300 kms!!!.

Si hubiera medio de comprimir los protones, neutrones y electrones suprimiendo las distancias que los separan, el átomo sería fantásticamente más pequeño aún, y el mundo, que está constituido por átomos, quitados los vacíos, resultaría minúsculo. El hombre tendría el volumen de un microbio, la Tierra el de una bola de 320 metros, …

Pero nótese bien: el volumen es lo único que se habría cambiado, el peso permanecería el mismo ya que sólo se habrían suprimido lo vacíos. El microbio-hombre pesaría sus 70 u 80 kg, la Tierra sus 6 mil trillones de toneladas, …

La resistencia a la compresión de los átomos es inmensa. Los electrones que giran a velocidades fantásticas, no se apartan fácilmente de su ruta. En el interior de la Tierra, donde sobre una extensión de las dimensiones de un sello gravita  un peso de 100.000 toneladas, los electrones continúan girando en sus órbitas con toda normalidad

Los átomos de todos los elementos son específicamente diversos entre sí. Los componentes en cambio, son los mismos. Los núcleos de todos constan de los mismos elementos:

-          los PROTONES, varios en número pero todos idénticos (sean de Carbono, de Hidrógeno o de Mercurio): el mismo peso, el mismo volumen y la misma naturaleza.

-          los NEUTRONES, también iguales entre sí e iguales a los protones, excepto que no tienen carga eléctrica.

-          los ELECTRONES, idénticos unos a otros, de igual tamaño y naturaleza. Partículas infinitésimas con carga eléctrica negativa.

¿En qué se diferencian unos elementos de otros, el Hierro del Hidrógeno o del Mercurio?
Solamente en el número de esas tres clases de partículas, especialmente de los electrones, y en el orden de su colocación en el átomo.

Si se tuviera la posibilidad de cambiar el número de protones, neutrones y electrones; de quitar unos o añadir otros en sus respectivos elementos, se conseguiría transformar un elemento en otro.

Si al átomo de Nitrógeno que tiene 7 protones se le arranca 1, se originará el Carbono que es el elemento inmediatamente inferior en la escala periódica y posee 6 protones: el Nitrógeno se habrá convertido en Carbono. Si por el contrario, se le añade un protón se convertirá en Oxígeno que posee 8 protones … De los electrones no hace falta preocuparse porque enseguida serán atraídos por los núcleos cuantos sean necesarios, pues se encuentran vagando innumerables por todas partes. Esta operación tan delicada se realiza bombardeando  los átomos con partículas alfa o con protones.

El Mercurio con 80 protones y peso atómico 200 se podría transformar en Oro que presenta 79 protones y peso atómico 197. Pero lo que teóricamente es posible, realmente, no: la sustracción del protón sobrante habría que hacerla átomo a átomo…!!!

ENERGÍA NUCLEAR


Cuando un núcleo se divide en dos, o cuando dos núcleos se unen formando otro, se libera una gran cantidad de energía, llamada nuclear. Dividir un núcleo se denomina fisión. Unir dos núcleos se llama fusión.

Cuando la energía nuclear se libera poco a poco, se utiliza para producir electricidad en las centrales nucleares, o para la propulsión de grandes naves (submarinos, portaaviones, ...). Las centrales nucleares utilizan uranio como combustible. En el reactor se dividen los núcleos de forma controlada. Están recubiertos de gruesos muros de hormigón para impedir que salga al exterior la peligrosísima radiación nuclear. Si la energía se libera de golpe, se produce una explosión enorme. Así funcionan las bombas atómicas.

El Uranio es un elemento muy pesado con 92 protones y 146 neutrones. En 1939 Otto Hahn en Alemania hizo estallar un núcleo de Uranio y quedó fisionado en dos partes, cada una de las cuales constituía otro elemento diferente: el Bario y el Criptón (el Bario con 56p y 82n, el Criptón con 36p y 47n). Sumando los protones del Bario y Criptón (56 + 36 = 92) resultan los 92 del Uranio. Sin embargo, la suma de neutrones (82 + 47 = 129) es inferior a la de neutrones del Uranio (146). Se han liberado 18 como sobrantes en la operación de bombardeo. El átomo de Uranio, al desintegrarse podía dejar libres varios neutrones para que sirviendo de proyectiles contra otros átomos, se pudiera producir una reacción en cadena, hasta transformar todo el Uranio en Bario y Criptón, con el desprendimiento de enormes cantidades de energía.

Si el proyectil usado en el bombardeo es un protón y se queda incrustado en el núcleo, el átomo cambia también subiendo en el sistema periódico el número de sitios correspondiente a los protones captados. Si uno solamente, el Litio que posee 3 se convierte en Berilio 4, el Berilio en Boro 5 y éste en Carbono 6.

Cuando se lanzan neutrones no cambia el elemento, pero se convierte en lo que se llaman isótopos; esto es, elementos de igual número de protones pero con distinto de neutrones.

NOTA

Un átomo de cobre tiene 29 protones y 29 electrones. De los 29 electrones, 28 viajan en órbitas muy cerradas alrededor del núcleo por fuerte atracción de éste, debido a sus pequeñas órbitas. Sin embargo, el electrón  29 viaja en una órbita muy grande, alejado del núcleo y casi no percibe la atracción nuclear. En consecuencia, se denomina “electrón libre” porque pasa fácilmente de un átomo de cobre al próximo. Las sustancias que tienen esta propiedad se llaman conductoras. La circulación de electrones libres constituye la corriente eléctrica.



EL SER ETERNO e INCREADO

Por Jesús Simón S.J.   (a Dios por la ciencia)



PRINCIPIO INCONCUSO. – LA SABIA NATURALEZA. – A DIOS NADIO LE HA VISTO. – ADMIRABLES CASUALIDADES.

Hace algunos años, queriendo persuadir a cierto ateo de la existencia de Dios le dije: “si no existe Dios, ¿quién ha hecho el mundo?

Mi interlocutor respondió al instante como si tuviera preparada la respuesta: “¿y a Dios quién le ha hecho?”

Como si quisiera decir: tan difícil es explicar la existencia eterna del mundo como la de Dios. Misterio por misterio, me quedo con el mundo que veo y palpo. Pero razonando un poco, esta objeción resulta ridícula.

Principio inconcuso


Es evidente que existe y ha existido siempre algo eterno e increado. Algo que ha de ser, por eso mismo, necesario y existir en fuerza de su propia naturaleza.

Supongamos que no hubiera existido nada de lo que llamamos Universo: ¿De donde procedería cuanto existe en la actualidad, la variedad infinita de seres que nos rodean? ¿De la nada? Imposible. DE LA NADA, NADA PUEDE SALIR.

¿Cuál es ese ser que ha existido siempre?
Sólo hay dos respuestas: Dios o la materia.

O Dios infinito, perfectísimo, personal, extracósmico. Inteligencia y poder sin límites, causa primera de cuanto existe, o la materia de que consta el Cosmos y que viene a reducirse a poco más de un centenar de elementos (105) que estudia la Química.

Si optamos por Dios, podremos explicar todo razonablemente.
Si optamos por la materia la cosa se complica: no solo no podremos explicar nada, sino que llegaremos a evidentes absurdos.

En primer lugar tropezamos con el contrasentido filosófico de conceder la máxima perfección del ser cual es la eternidad y la existencia por su propia naturaleza, a cosas tan insignificantes, mudables e imperfectas cuales son la materia, los átomos y elementos.

En segundo lugar, nos vienen los absurdos.

La  Ciencia moderna ha penetrado con el microscopio en lo íntimo de los seres y en todos ha descubierto portentos de sabiduría y de finalidad. Especialmente en Biología. Un ser viviente cualquiera es un complejo aterrador de prodigios, de ciencia, de técnica y de arte consumada.

¿Puede ser casual la formación del oído, del ojo o de la contextura de una hoja de árbol, de una flor, de un insecto o de un microbio?

Quien tal cosa afirmara no sabe lo que dice o su mente no ha alcanzado aún el suficiente grado de desarrollo.

La “sabia” Naturaleza


Es el talismán de los materialistas, la solución de todos los problemas.
Si se les pregunta ¿Quién ha hecho las maravillas del Cosmos? Responden con tranquilidad: “la sabia Naturaleza”.
Uno se queda perplejo y desconcertado ante esta palabra y se pregunta ¿qué será la sabia Naturaleza?

Si se descarta a Dios, espíritu nobilísimo y sabiduría suprema, no queda otra cosa que la materia: es decir, los 105 elementos que la componen. ¿Cuál de ellos aporta la inteligencia que tanto resplandece en el Cosmos? ¿El hidrógeno?, ¿el fósforo? ¿el carbono? …

Ninguno de ellos… pues son todos ciegos e incapaces de iniciativa alguna.

Todo discurre al azar, sin plan preestablecido. Un día, “por casualidad” y “estupendas combinaciones fortuitas”, apareció el mundo que contemplamos lleno de armonía, de belleza y de ciencia consumada.
Se dirá que eso es imposible, un absurdo. Que donde hay orden ha de haber un ordenador inteligente. Que “el reloj supone al relojero”.

Eso es lo que dice la razón… pero los materialistas ateos lo niegan rotundamente y exigen que nosotros creamos, con fe ciega, que todo es capricho de las fuerzas naturales, obra del “azar”, de la “evolución” como si la evolución fuera una inteligencia creadora y organizadora...

Contemplando el templo de la Sagrada Familia de Barcelona, uno se explica que un genio artístico haya podido realizar aquella filigrana. Lo que no se puede comprender es que todas esas piedras, primorosamente talladas y ordenadas, se hayan colocado así por casuales combinaciones. Pues un pétalo de lirio, una amapola, cualquier ser vivo, suponen más arte y belleza que todas las Catedrales y resulta lógico admitir una inteligencia superior que los haya fabricado.

“Nadie ha visto a Dios”


Un maestro ateo, durante la segunda República, preguntó a los niños de su clase: “¿Hay alguno de vosotros que haya visto a Dios?”

Como nadie respondía se dirigió al niño que tenía más cerca y le repitió la pregunta: “¿Has visto tú a Dios alguna vez?”

Como era de esperar la respuesta fue negativa …
Pues lo que a ti, les ha sucedido a todos: Nadie ha visto a Dios. ¿Por qué, pues, creéis en El? ¿No veis que es una necedad estúpida creer en un ser que no existe más que en la ignorancia y la incultura de los curas, los frailes y las monjas?”

¡Nadie ha visto a Dios! … Eso dicen los ateos, … o mejor, los que se llaman ateos, pero que no lo son, pues ellos creen en la NADA, en el azar, en la casualidad, en la “evolución inteligente” de la “materia ciega”… y lo creen con mucha más fe que los que creemos en Dios.

A esos tales, habría que ponerlos ante los grandes monumentos arquitectónicos que nos legaron nuestros antepasados: los monumentos mayas, egipcios, griegos o romanos, o las cercanas Catedrales repartidas por las capitales españolas o europeas, con sus torres terminadas en finas agujas, los calados y las cresterías. La maravillosa proporción de sus partes: belleza, esbeltez y majestad. Las altísimas columnas con sus nervaciones expandiéndose en lo alto para formar elegantes bóvedas…

¿Ha visto alguien a los albañiles y maestros de obras que levantaron estas construcciones de prodigio?

No, nadie.
Sin embargo todo el mundo cree que existieron algún día, aunque personalmente nadie los haya conocido, pues sus “obras” nos los recuerdan, dan testimonio de su existencia.

Nadie ha visto con los ojos del cuerpo a los autores de estas obras. Pero la inteligencia nos dice que tan grandes monumentos no se pudieron hacer solos, que tuvieron que tener artífices inteligentes y capaces.

Pues ese mismo razonamiento se puede usar respecto a Dios. Nadie lo ha visto con los miopes ojos del cuerpo, pero nuestros ojos lo ven continuamente en sus obras:

Basta levantarlos hacia el cielo tachonado de estrellas y contemplar su grandeza y armonía. Bajarlos a la tierra y contemplar los mares, los montes y valles con sus millones de vivientes maravillosamente organizados y preguntarse con sinceridad si es posible que todo ese conjunto  que anonada, ha podido existir y moverse por sí solo. O bucear en el mundo microscópico de los átomos …

Sin embargo, la incoherencia y cerrazón de los que se dicen “ateos” no lo quiere ver. ¡Creen ciegamente en el artista que talló una piedra … y no son capaces de ver al Hacedor del Universo y de la vida!

Admirables casualidades


Esta es una objeción que no se puede explicar uno cómo puede ser propuesta con seriedad, por hombres que se consideran sensatos y razonables. Sin embargo, se encuentra inevitablemente en todos los libros de materialistas y ateos … y en sus conversaciones.

Comienzan por el Caos, como en las antiguas mitologías.

Al principio existía el caos … ¿Y quién lo hizo? Nadie, responden. ¡Apareció por casualidad!
El Caos comenzó otro día a moverse y a evolucionar… ¿Por qué? Por nada, por casualidad! …

Y lo más maravilloso de todo: de esas evoluciones y movimientos fortuitos, casuales, salió espléndido el Universo que nos rodea…

Tercera casualidad: También inesperadamente empezó a rebullir de vida. Seres organizados sapientísimamente, cada uno de los cuales consta de infinitos engranajes perfectísimos, cual nunca podrían imaginar los hombres, se vieron por todas partes desarrollándose con profusión asombrosa.

¿Quién los ideó y les dio el ser? … La casualidad!

Por fin hace su aparición en el escenario de la vida el Rey de la Creación, el hombre. Pertenece a un orden superior, pues viene dotado de consciencia y de inteligencia, capaz de escudriñar el mundo y conquistar sus secretos.

¿De donde procede? De la materia, por evolución… y de casualidad ! …

¡Qué hombres tan extraordinarios son los “ateos”!
¡Tienen explicaciones contundentes… y exhaustivas para todo!

  













EL ATEISMO ES UN PECADO CONTRA LA VIRTUD DE LA RELIGIÓN
San Pablo nos lo recuerda en la Epístola a los Romanos (1-18 y siguientes)

“la cólera de Dios se rebela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia.

Pues lo que de Dios se puede conocer está en ellos manifiesto. Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras, su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables porque habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias.

Antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su corazón insensato se entenebreció. Jactándose de sabios se volvieron estúpidos y cambiaron la gloria de Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles.

Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos. A ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez de Creador que es bendito por los siglos”.

San Pablo habla de la culpabilidad que tienen aquellos que no han utilizado bien su inteligencia para conocer al Creador desde la Naturaleza, desde las criaturas, y han utilizado mal su inteligencia  construyendo falsos dioses.

Se les reprocha que no hayan reconocido a Dios en las maravillas de la Creación: “jactándose de sabios se volvieron estúpidos” construyendo falsos dioses, ídolos en forma de hombres corruptibles, de aves, etc. Hoy, los ídolos serían el poder, el dinero, el placer. ¿Cómo han podido ser tan necios? ¿Cómo han podido torcer tanto su corazón?

Si estos tienen ese grado de culpabilidad, ¿cual no tendrán los que además de la Naturaleza han conocido la imagen del Dios rebelado, Jesucristo? … ¡Qué responsabilidad es el rechazo de Dios, de su existencia, de Jesucristo como enviado de Dios!…

                     “Vino a los suyos y los suyos no le conocieron, no le recibieron”.

El ateísmo, en sí mismo, es un pecado, objetivamente hablando, contra la virtud de la Religión. Dios se rebela, se descubre. Dios viene a nosotros y, nosotros, en nuestra dureza de corazón, no le recibimos. Parece como si nos molestase, como si nos quitase protagonismo.

Hay una responsabilidad moral en la increencia, en el rechazo explícito de la fe.



Admirar la Naturaleza e ignorar a Dios sería como admirar una máquina automática por la perfección de su funcionamiento e ignorar la inteligencia del ingeniero que la ha hecho posible.

Por eso dice la Biblia que los que no conocen a Dios a través de la Naturaleza son unos necios. Dice la Biblia que: “los cielos cantan la gloria de Dios” y en otro lugar: “dijo el necio: no hay Dios”.

“Dios se ha hecho visible a través de sus obras, por eso, quienes no le glorifican no tienen excusa” (san Pablo: carta a los Romanos 1-19 ss).

Se cuenta una anécdota de Newton (físico, matemático, astrónomo, inventor…), que para convencer a un amigo suyo que no creía en Dios, le enseñó un mecanismo que él había ideado, copia del sistema solar. Y ante el asombro del amigo, le dijo que aquel mecanismo se había hecho solo. El amigo le dijo: “¿te crees que soy tonto?”.

Y Newton le contestó:

- “Comprendes que este mecanismo no se ha podido hacer solo, ¿y te crees que el Universo, muchísimo más complicado, se ha hecho sin una inteligencia?”.

 
























“Nada existe sin una razón suficiente.
Si una piedra que estaba en la calle la vemos en lo alto de un edificio, sabemos que no está allí sin razón suficiente: alguien la subió”. Nada existe sin causa adecuada.


La fe de los ateos

Dios y las dos preguntas
Xavier Zubiri decía –palabras más, palabras menos– que todos creemos en un Dios, lo que pasa es que no nos ponemos de acuerdo en cuál. La idea es tan provocadora como cierta. Provocadora porque basta asomarse un poco al mundo para darse cuenta de que hay muchos hombres y mujeres que afirman, sin pestañear, que Dios no existe. Cierta, porque si esas personas lo reflexionasen a fondo se darían cuenta de que su ateísmo va de la mano de una gran fe. Una fe tal vez mayor que la de los creyentes.
Porque la inmensa mayoría de los hombres y mujeres de todos los tiempos que han observado el mundo con sencillez –lo cuál no quiere decir sin pensar–, se ha dado cuenta de que lo más lógico es que exista un Dios que organice este jaleo cósmico y que lo haya guiado hacia ese milagro que llamamos vida. Porque por mucho que quitemos a Dios de en medio, el universo y sus maravillas nos siguen preguntando: ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos?
La primera pregunta es más fácil de responder con banalidades: “a ninguna parte; a la nada; no se sabe”, etc.
Creo que, a la hora de la verdad, cuando la vida apriete, la muerte nos acaricie o, simplemente, cuando tengamos un minuto de lucidez para pensar, ninguna de esas respuestas nos consolará ni nos satisfacerá. Mientras tanto, para los que responden así, basta con no preocuparse demasiado.
La segunda pregunta es más complicada. Las banalidades tienen que ser más sofisticadas. El porqué del universo no puede responderse con un simple “porque sí”. Por eso los ateos se han visto obligados a buscar otras respuestas que les sacien o que, al menos, les tranquilicen.
Algunos intentos de respuesta
Por un lado están quienes, para salvar la ínfima probabilidad de la aparición de la vida, dicen que, en realidad, éste no es si no uno de los millones de universos que han existido y que ha sido precisamente en éste donde ha surgido la vida. La idea no está mal, incluso tiene cierto ingenio. Pero no es científica, porque es totalmente gratuita e indemostrable. Si escribiésemos un libro al respecto, tendría que ser de ciencia ficción.
Por otro lado están los que, para salvar las apariencias, se agarran al darwinismo como los náufragos de la balsa de medusa en medio de un mar de incongruencias. Hay que reconocer que Darwin tenía algo de razón, pero pretender que el ciego azar sea el creador de la inteligencia humana es como pretender que Rompetechos pintó la Capilla Sixtina.
Existen muchos más intentos de respuesta, pero la mayoría son una variante más o menos manida de los anteriores. El problema de estas afirmaciones es que, al final, requieren de una gran dosis de fe para ser aceptadas. Porque –si creer es aceptar lo que no vemos- creer que la vida ha surgido por la existencia de infinitos –e indemostrables– universos supone un gran acto de fe. Porque creer que la inteligencia es fruto de una casualidad inconsciente o de una evolución ciega es otro gran acto de fe. ¿Cómo puede surgir la inteligencia, los sentimientos, el orden y la belleza de simples y ciegos protones y electrones?
Es lo más razonable
Ambos son actos de fe mucho mayores que creer que Dios ha creado, y dirige con sus leyes y con su amor, el universo en el que vivimos. Es verdad que la razón humana no puede decirnos todo sobre Dios. Es más, nos dice muy poco y pretender lo contrario sería muy pretencioso. Pero que Dios existe, está perfectamente a su alcance con la simple contemplación de las maravillas que no rodean (comenzando por nosotros mismos. Todo nuestro cuerpo: ojos, oidos, corazón, cerebro… es un prodigio de perfección y sabiduría).
Creer en el dios azar o en el mito de los infinitos universos parece más práctico, pues ninguno de ellos puede reclamarnos la justicia, la coherencia de vida, el amor o el respeto por los demás. Pero tienen un problema: ni respetan la realidad ni respetan la inteligencia humana. Son actos de fe irracionales y nos convierten en seres aislados y egoístas.
Al final –y también al principio– resulta que lo más razonable es creer en Dios. Por eso ya decía Juan Pablo II que la fe y la razón son dos alas que nos elevan a la contemplación de la verdad. El que encuentre a Dios con la razón será capaz de ver el mundo con mucha mayor amplitud y perspectiva, pero sin perder pie en la realidad. El que, además, crea lo que la revelación le dice podrá vivir en plenitud –aunque cueste– y sentirse amado siempre, hasta la eternidad. El que tenga que apostar que no lo dude.
Íñigo Alfaro


“Solamente no creen en Dios aquellos
a quienes interesa que no exista”.
                                    (Jaime Balmes)

“Nuestra generación tendrá que arrepentirse
no tanto de las perversidades de las malas personas,
sino del estremecedor silencio y pasividad
de los hombres buenos”.
                    (Martin Luther king)

“Poca ciencia aleja de Dios,
Mucha ciencia acerca a El”
           (Louis Pasteur)