sábado, 1 de septiembre de 2012

¿CÓMO ES DIOS?

Se podrían decir muchas cosas acerca de cómo es Dios, pero, desde un punto de vista razonable (es decir, que usa únicamente la razón para argumentar), lo más importante que podemos decir es que Dios es un ser sumamente perfecto. La lógica dice que la imperfección es impropia de la divinidad: así que, si existe Dios (como tratamos de esbozar la semana pasada), tiene que tener todas las perfecciones, es decir, todo lo bueno y positivo en grado sumo, perfecto e infinito (lo finito es limitado y, por lo tanto, imperfecto, impropio de Dios).
Por lo tanto, podemos estar seguros de que Dios es suma y perfectamente bueno, suma y perfectamente amoroso, suma y perfectamente justo, sabio, inteligente, misericordioso, comprensivo, afable, alegre y feliz..., además de todas las buenas cualidades que podamos imaginar y atribuirle. Es eterno (lo veíamos también la semana pasada, en la que mostrábamos la necesidad de que alguien haya existido desde siempre). Lo temporal tiene límites y, por lo tanto, imperfección, lo que, como venimos repitiendo, sería impropio de Dios.
Dios es también inmutable, porque, si fuera mudable, una especie de veleta que ahora dice o hace para desdecirse o deshacerse después, tendría una imperfección que es impropia de Dios. Dios, o es perfecto en todo, o no es Dios. Y por supuesto, Dios es espiritual, porque la materia tiene límites y, en consecuencia, también imperfección: otra cosa muy distinta es que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se haya hecho hombre y haya asumido la limitación de un cuerpo humano, por otra parte superada con su resurrección, en la que el cuerpo ya no tiene límites espacio-temporales.
Todo lo anterior no pretende detallar de una forma exhaustiva cómo es Dios, pero sí hacer ver cómo esto cuadra perfectamente con la Revelación cristiana, contenida en la Sagrada Escritura y la Tradición, ambas interpretadas por el Magisterio de la Iglesia. En ella se nos dice que Dios es un Dios Padre y amigo del hombre, un Dios Amor, Misericordia y Perdón, que desea para todos nosotros lo mejor y que nos llama a participar, ya en la Tierra, de su vida eterna. Desea la salvación de todos (“que ninguno de éstos se pierda...”, dice Jesús) y está dispuesto a hacer lo que sea (incluso, a clavarse en la Cruz con un sufrimiento indecible) para lograr ese propósito. Dios es un Dios bueno, amoroso y perfecto, porque, de otro modo, no podría ser Dios.

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