sábado, 1 de septiembre de 2012

¿ES NECESARIA LA RELIGIÓN PARA SALVARSE?

Alguna vez he escuchado que no es necesaria la religión para salvarse, que basta con ser buena persona y con amar mucho a los demás, con ser honesto…etc. Todo eso es importante, qué duda cabe; incluso, cabe pensar que sea condición sine qua non para obtener la salvación. Ahora bien, no parece suficiente. Recordemos que Jesucristo, cuando le preguntan cuál es el mandamiento principal, responde: “Amarás a Dios [primero] sobre todas las cosas (…) y al prójimo [segundo] como a ti mismo”. Es decir, hay que amar a Dios y a los demás. En efecto, podemos ser muy buenos con los demás, pero ingratos y olvidadizos con Dios, con lo cual no estamos siendo plenamente buenos. Y así, hay gente que puede ser lo que comúnmente se considera “buena persona”, pero pocas veces se le ocurre ir a misa (¿qué dirían nuestro padre o nuestra madre si faltásemos sin motivo a su fiesta de cumpleaños o de las bodas de plata/diamante?); o gente que no reza nunca; o que no tiene un detalle de amor por Dios… Esto vale también para cualquier otra religión: se puede ser buena persona, pero mal musulmán y no ir nunca a la mezquita… Eso no está bien.
La virtud de la religión (de la re-ligazón del hombre con Dios, en sentido vertical, de abajo a arriba) es una virtud de justicia con nuestro Creador y Redentor, que tanto nos ama. Amor con amor se paga y, por lo tanto, practicar la religión (y no sólo el amor por los demás) es necesario para salvarse, porque lo contrario supone un acto de grave injusticia, desdén o ingratitud para con Dios, que nos lo ha dado todo, empezando por la existencia y (creemos en el cristianismo) la salvación a precio de sangre. Jesús mismo oraba, iba al templo… amaba a Dios y también a los demás.
Pero es que, cuando uno se olvida de Dios y de sus mandamientos, acaba por olvidarse también de sus hermanos los hombres y no tiene mala conciencia por insultar, por trepar a costa de otro, por hablar mal del vecino, por blasfemar… El olvido de Dios produce con facilidad el olvido del hombre, de los demás, porque, sin Dios, esto parece una ciudad sin ley. Y así, alguien puede ser, en líneas generales, buena persona, pero admitir el aborto y la eutanasia, la animadversión o el rencor contra su hermano... Puede colar un mosquito y tragarse un camello, porque el ser humano suele tener este tipo de contradicciones… De modo que tampoco resulta posible amar plenamente a nuestros hermanos (en sentido horizontal), si no amamos plenamente a Dios (en sentido vertical).

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