sábado, 1 de septiembre de 2012

¿EXISTE DIOS?

Afirma un viejo autor, José María Ciurana, que la verdad de la existencia de Dios es una verdad sencilla, de sentido común y al alcance de todas las mentalidades. Podríamos dar algunos argumentos: 
1º) Algo o alguien ha tenido que existir desde siempre, eternamente, pues, de lo contrario, ahora no existiría nada, ya que sabido es que de la nada no sale nada (en esto último están de acuerdo hasta los filósofos más ateos). ¿Ha podido ser algo lo que exista eternamente? No, porque los científicos están de acuerdo en atribuir a la materia, al Universo, una edad limitada, no eterna, de unos 15.000 millones de años. Pero, si no ha podido ser algo lo que exista eternamente, sólo nos queda ya la opción de que sea alguien el que haya existido desde siempre. Y ese alguien es a quien llamamos Dios.
2º) Si sabemos que un ordenador supone forzosamente la existencia previa de alguien inteligente (el hombre) que lo haya proyectado y creado, ¡cuánto más habremos de pensar lo mismo de una simple célula o de cualquier ser vivo, que es muchísimo más complicado que cualquier artefacto hecho por el hombre!
3º) El evolucionismo ha podido ser perfectamente posible, como reconoce la Iglesia; ahora bien, lo curioso de ese proceso es que sigue una línea ascendente (y por ello, parece que “dirigida”), siempre de lo menor a lo mayor, de lo más simple (microorganismos) a lo más complejo (hombre). Puede entreverse en dicha evolución una tendencia, una dirección, una finalidad, que no parece creíble atribuir al simple azar irracional y ciego. Un ínfimo cambio en las condiciones o circunstancias de cada nivel en dicho proceso evolutivo habría variado considerablemente las cosas, hasta impedir, incluso, los resultados que conocemos. Si la distancia entre la Tierra y el Sol fuera distinta, la vida en nuestro planeta se haría imposible, bien por excesivo frío o por excesivo calor. ¿Pura casualidad?
4º) El científico Hoyle, por ejemplo, veía grandes problemas en que, mediante simples mezclas químicas accidentales, se formaran 2.000 enzimas esenciales para la vida, pues la probabilidad de que eso sucediera equivaldría a la de obtener una serie seguida de 50.000 seises de un dado no trucado. En suma, el azar irracional y ciego explica bien poco las cosas, pues es necesaria una casualidad tras otra, cada vez más compleja, organizada y de casi nula probabilidad estadística para generar, en una lotería perfecta, el asombroso orden del Universo y al hombre racional-libre. Pero está claro que algunos creen en “otros” milagros.


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