martes, 14 de febrero de 2012

¿CUIDAR NUESTRAS CELEBRACIONES?

“La gente no va a misa”, solemos decir, a veces, con pesar. Pero hagamos autocrítica: ¿son nuestras celebraciones atractivas o las hacemos pesadas, largas y aburridas? Yo creo que algunas cosas podríamos mejorar:

1º) LAS HOMILÍAS: Da la impresión de que, a veces, no se prepara bien la homilía, de modo que el sacerdote, más o menos, improvisa y esto lleva a discursos largos, monótonos y repetitivos que en muchas ocasiones, además, no dicen nada. El Espíritu Santo ayuda, pero no está obligado a suplir nuestra pereza o negligencia; en todo caso, suele emplearse un lenguaje excesivamente clerical que la gente no entiende o bien un lenguaje demasiado genérico que se queda en vaguedades (expresiones como ‘hay que amar a los hermanos’, sin concretar cómo, qué cosas concretas puedo hacer para amar más y mejor). A mi pobre juicio, lo ideal sería una homilía más bien corta (no más de 10 minutos y, a poder ser, menos), directa y al grano, con dos o, a lo sumo, tres ideas concretas, bien engarzadas y bien expresadas (con claridad y con un lenguaje fresco, natural, no clerical). Si es preciso, podemos tenerla por escrito
2º) EL RITMO: Si el ritmo de la celebración no es ágil, ésta se vuelve pesada (no digamos nada cuando, además, la homilía ha sido un ‘plomo’). Por ahí se nos puede ir mucha gente de la misa. Entiendo que se puede hacer una celebración muy digna, con una cuidada liturgia y un buen canto, sin que dure más de media hora. Es verdad que, cuando la liturgia y el canto son bellos, la misa puede durar más sin ser pesada. Pero lo bueno, si breve, dos veces bueno, y más en nuestros días en que no sobra el amor por Dios.
3º) EL CANTO: Conviene preparar bien y con antelación la parte musical de nuestras celebraciones. A veces, se discute si misas con guitarras o sólo con órgano. Yo soy partidario de las dos, pues ambos tienen su momento y nos pueden hacer un buen papel. Resulta conveniente no despreciar el consejo o las sugerencias de la gente que entiende, máxime si son profesionales que saben cómo dar más esplendor a la celebración. Las cosas bien hechas llevan más a Dios y no debemos confundir lo sencillo con lo mediocre o mal hecho. Hay composiciones sacras de grandes autores escritas precisamente para la misa o para funciones religiosas que podemos aprovechar, al menos, de vez en cuando. No se trata de dar un concierto, sino de darle a Dios lo mejor, pues, además, casi todo el mundo aprecia lo bueno y lo bueno lleva a Dios.
4º) LA LITURGIA: Las formas tienen su importancia: los ropajes, la incensación, la dignidad de los objetos de culto, la solemnidad de los gestos, la unción con que se celebra… son medios que ayudan a meterse en Dios. Hay una  urbanidad de la piedad, unos modales. No los minusvaloremos.

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