martes, 14 de febrero de 2012

¿ESTÁ SIEMPRE LA IGLESIA CON EL PODER?

La Iglesia no siempre está ni ha estado con el poder, a pesar de lo que tantas veces se suele decir. Para muestra, un botón: las relaciones actuales de la Iglesia española con el Gobierno legítimamente constituido no siempre son del todo fluidas y, a veces, atraviesan momentos tensos. Ciertamente, hay o ha habido en la historia general casos de excesiva y escandalosa connivencia eclesial con el poder político (por ejemplo, con algunas dictaduras, imperios…), pero también hay episodios de sufrimiento y persecución a la Iglesia, porque ésta no se ha sometido a los dictados del emperador o gobernante de turno. Hay que tener una visión global de la historia y no fijarse sólo en una parte.
El anglicanismo, por ejemplo, es una herida que la Iglesia aún sufre hoy porque el Papa no se plegó a los deseos del emperador Enrique VIII de que se anulase o disolviese su matrimonio y por ello el gobernante acabó fundando lo que se ha dado en llamar la Iglesia de Inglaterra, escindida de la Iglesia católica. Es una prueba de que la Iglesia no siempre se ha sometido al poder.
Además, debemos aprender a juzgar las cosas en su debido contexto histórico: cuando en plena persecución romana, el emperador Constantino promulga el Edicto de Milán (año 313), la Iglesia pasa de ser perseguida a ser tolerada o favorecida, por lo que es normal que, en principio, se refugie en el poder político que le ampara. Somos humanos y todos preferimos apoyarnos en alguien que nos protege. ¿Usted y yo no lo haríamos?
Por otra parte, un determinado régimen político puede presentar muchas caras, unas buenas y otras malas, o, incluso, ir presentando una determinada evolución conforme pasan los años. Eso quiere decir que muchas veces tiene que pasar un tiempo largo antes de que pueda decirse con un claro discernimiento que ese régimen es malo e indigno de ser apoyado por la Iglesia o de que la Iglesia se apoye en él.
Dicho todo lo cual, la experiencia histórica nos dice que es mejor que poder temporal y espiritual caminen por separado, entre otras cosas, para garantizar su respectiva autonomía e independencia; ahora bien, esto no lo sabríamos, probablemente, si no hubiéramos experimentado a lo largo de la historia las ventajas e inconvenientes que tiene la fórmula de que ambos hayan caminado alguna vez de forma conjunta. Bellas páginas de propagación de la fe se han escrito por parte de emperadores cristianos apoyados por los Papas (y eso es una ventaja); pero hay que reconocer que también la Iglesia ha tenido y tiene que purificarse de momentos en los que ha consentido un excesivo apoyo del poder temporal, con privilegios abusivos y poco evangélicos.

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