miércoles, 8 de febrero de 2012

¿ESTARÍA JESÚS CONTRA LA ACTUAL JERARQUÍA DE LA IGLESIA?

Los que tenemos alguna costumbre de debatir sobre temas religiosos con personas de todo tipo (algo muy sano, por cierto), oímos frecuentemente decir que, si Jesús viniera ahora, se enfrentaría de modo abierto con la actual Jerarquía de la Iglesia, con las actuales autoridades religiosas, igual que en los evangelios se enfrentó con las autoridades religiosas del momento, con el Sanedrín. Disculpándome por ser tan explícito, comentaré que yo he llegado a oír que Jesucristo reñiría “a Rouco Varela” (Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española).
Por un lado, es posible que Jesús pudiera echar en cara cosas, pues resulta evidente que hay actuaciones que se pueden corregir y que merecen crítica. Recordemos cómo en el Evangelio Jesús mismo llama ‘Satanás’ a San Pedro, a quien constituyó en cabeza de la Iglesia.
Pero, por otra parte, el propio Jesús estableció la jerarquía eclesiástica, al elegir, de entre sus muchos discípulos (hombres y mujeres) a los doce. Sólo a ellos les dio el rango de “apóstoles” y puso por encima de ellos a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Lo que ates en la Tierra, atado será en el Cielo; lo que desates en la Tierra, desatado será en los cielos”. Así pues, Jesucristo mismo dio una estructura jerárquica (y no democrática) a su Iglesia. Y cuando lo hizo, realmente lo hizo con todas las consecuencias, sabiendo de modo consciente que no situaba al frente de su Iglesia a ángeles impolutos, sino a hombres pecadores e imperfectos. Por algo sería.
Ya en los mismos evangelios tuvo que aguantar que uno de sus doce apóstoles (Judas) lo entregara a la muerte por dinero (por “treinta monedas”); es decir, tenía a un corrupto y traidor en sus mismas filas. Y el mismo San Pedro negó a Nuestro Señor tres veces antes de que éste muriera, cuando Jesús más necesitaba de él y de su fidelidad. Santo Tomás sólo cree si mete el dedo en el agujero de los clavos… Todo bastante doloroso, pero, en el fondo, nada sorprendente.
Por influencia, sobre todo, de cierta Teología de la Liberación, se ha tendido a dividir la Iglesia en buenos y malos, en oprimidos (los pobres) y en supuestos burgueses ‘opresores’ (los obispos, la jerarquía). Es una aplicación de la lucha de clases llevada a la vida eclesial, haciendo una inadecuada lectura marxista de la historia, de la realidad eclesiástica, que ha calado mucho socialmente entre el pueblo, entre la gente.
En todo caso, el Cardenal Rouco, igual que el resto de la jerarquía, tiene sus virtudes y defectos, pero, esencialmente, es un buen servidor de Dios que hace lo que puede, lo que tiene que hacer, aunque a veces no guste o su rictus nos resulte más o menos simpático que el de otros. Todos predican un mensaje que va a contra-corriente y eso, a veces, no gusta. Por eso, estoy seguro de que a él (como al resto) Jesús le aprobaría, le querría y le abrazaría más de lo que le reñiría.

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